¡Cómo me gusta a mí la música alemana!
¡Esos grandes directores!
¡Y esas orquestas!
¡Tan numerosas!
¡Tan afinadas!
Y las óperas… ¡Oh, las óperas!
¡Esas óperas…!
Aquella ópera famosa de
AUSCHWITZ
acompañada por la Novena Sinfonía.
¡Qué espectáculo!
¡Pueblo maravilloso éste,
que ha inventado la música,
y el infierno!
Y tú, ¿qué opinas, amigo?
¿Que vale más Wagner
que aquel niño judío
que estaba en Auschwitz solo,
aguardando a que se abriesen
los hornos crematorios
bajo la música infinita y armoniosa
de las estrellas impasibles?
¡Oh, esta música de las estrellas!
¿Qué tiene que hacer aquí la música alemana?
León Felipe. ¡Oh,
este viejo y roto violín!, 1968. En Poesías
completas. Visor, 2010.
Imagen: Yevgueny Jaldéi. Murmansk, 1942.
Dicen que el Sena puede zamparse un montón de obras de arte, ¡allons enfants de la Patrie!, hay que salvarlas junto al turismo y sus dividendos... Mientras tanto, frágiles chalecos salvavidas se estrellan vacíos contra las fronteras de la opulencia. Si la urgente prioridad no está en la mar, entonces no hay nada que salvar: el arte ha muerto a manos de la indiferencia.
ResponderEliminarNo puedo sino asentir. De la indiferencia y de la codicia y de la estupidez, que son tres personificaciones de la pura maldad.
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