Los inmigrantes caminan por
las calles con mortajas al hombro, lápidas al hombro, cruces al hombro,
lágrimas al hombro, corazones en las manos, el cielo sobre un desierto en su
mirada. Con una familia y un país escondidos dentro de la cabeza.
Los inmigrantes tienen muchos
hombros, muchos corazones, muchas manos, muchas piernas.
Entran en las tiendas, en
los bancos, en los locutorios, en los bares: con fotografías enmarcadas bajo un
brazo, con féretros bajo el otro brazo.
Nadie ve esas mortajas, esas
lápidas, esas cruces, esas lágrimas, esos corazones, esas familias, esos
países, esas fotografías, esos féretros, cielos ni desiertos.
No nos miran a los ojos:
¡saben que somos ciegos!
Ángel Guinda. (Rigor vitae). Olifante, 2013.
Imagen: Reuters.
No hay comentarios:
Publicar un comentario