¡Venga! ¡Venga!
¡Puertas al campo!
¡Que no quede ni una área,
ni un palmo
sin encerrar en un muro!
¡Puertas al campo!
¡A edificar sobre los ríos,
todos los ríos subterráneos,
a talar todos los árboles,
puertas al bosque, edificios
sobre las raíces de los viejos álamos!
¡Qué es eso del campo!
¡Qué significan las llanuras,
las huertas y las tierras vírgenes!
¡Puertas al campo!
Cubrir de cemento los trigales y los tomatales
y puertas y más puertas,
construcciones y dragados,
pasillos y triturados.
¡Puertas al campo!
¡Puertas al campo!
Cubrir todos los espacios,
los ríos caudalosos y risueños:
llenarlos de oficinas y archivos,
cubrir todos los sueños.
¡Puertas al campo!
Porque en ellos es en donde crecen
las plantas más salvajes.
¡Hay que anegar los sueños!
¡Puertas a los sueños y a los campos!
¡Panópticos! ¡Panópticos!
Esto gritaban sus emisarios.
Esto se oía
entre risas de los sueños y de los campos…
Jesús Lizano. El ingenioso libertario Lizanote de la
Acracia o la conquista de la inocencia. Virus editorial, 2009.
Imagen: Michael Kenna
Al leerlo, puedo escuchar su voz, ver sus gestos, contemplar su inocente mirada... a nuestro querido Lizano, en fin, cual Popocatépetl juguetón, pero indignado.
ResponderEliminarSalud
Indignado y espléndido y capitán de sí mismo. Inolvidable!
ResponderEliminarSalud