Cuando el cálculo ha muerto
tras una vida en nada,
y la geometría del amor,
triste conciencia,
se hizo rota veranda donde asoma
el pánico su rostro extraviado
-a lo lejos, un páramo en ceniza,
derribadas estrellas, derrelictos,
duras migas de pan como palabras
olvidadas del tiempo, ya sin uso,
que no llevan a casa-, ¿qué nos queda,
mi amor, salvo este adobe
en ruinas, que ahora toco y se deshace
crujiendo entre mis manos, aventando
la pureza de tantas lluvias idas,
de tantos soles nuestros? ¿Qué nos queda
salvo esta tarde
penúltima de invierno ya sin nieve
y sin fábula?
Alárgame tu mano,
compañera,
y, en silencio y sin queja,
acaricia esta arena con tu arena,
tu agua con mi agua,
hasta formar de nuevo con barro otra esperanza,
antes que el vendaval del olvido nos disperse.
Conrado Santamaría. La noche ardida. Ruleta Ediciones, 2017.
Imagen: Ana Mendieta. Silueta.
Eso es esperanza...
ResponderEliminarGracias por "lo bello".
Gracias a ti, Empe. Lo bello no es otra cosa sino compartir. Un abrazo
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