No hace mucho tiempo (esto
puede parecer increíble, lo sé: sobre todo a la gente de mi edad; pero así
fue), tuve que explicarles a mis alumnos que la palabra obrero no era una forma sutil de menosprecio por mi parte, ni una
(nueva) retorcida manera de insultarles…
Alguien me puede decir qué
está pasando: reconozco que llegué a pensar… [ese mismo día, habían muerto –según
supe luego por los noticiarios, mientras conducía– otros tres jóvenes
trabajadores en las galerías de los nuevos túneles (un muro o un pilar mal
apuntalados, las prisas, la falta de
medidas de seguridad y de cualificación de los muchachos –decían–; los
contratos temporales: en fin, lo de siempre) Uno de ellos apenas sobrepasaba –por
lo que adiviné– la edad de los chicos a los que había tenido que explicar el
significado de la palabra que los definiría, sin que lo sospechasen siquiera,
el resto de sus vidas]
Matías Escalera Cordero. Grito y realidad. Baile del Sol, 2008.
Imagen: Balthus. La calle, 1933.
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