antes los poetas maldecían a los burgueses
los poetas malditos, los malditos poetas
la poesía ya no sirve a la felicidad de los burgueses
los pequeños burgueses detestan a los poetas oficinistas
cuentan las sílabas con los dedos, roban estilográficas
antes los poetas maldecían a los burgueses
ahora los burgueses maldicen a los poetas
su multiplicación contradice la teoría de Darwin
no aciertan a cuadrar los inventarios
dan negativo en todos los balances
su propia naturaleza los hace sucesivamente inmortales
unos sobreviven con préstamos, otros creen en la
reencarnación
se camuflan de profesores, se infiltran en los sindicatos
en vez de preocuparse por zurcir la capa de ozono
se lustran los zapatos con el cepillo de limpiar los
dientes
hasta cierto punto es normal que la burguesía se muestre
decepcionada
imprimieron sus retratos a plumilla en los billetes de
banco
ahora cortan las tartas de cumpleaños con el cuchillo de
comer pescado
hablan como descosidos, agotan los talonarios al médico
de cabecera
pero nada es lo que parece tras la república de las
estrellas
y todo parece indicar que en el fondo aún les guardan
cariño
Juan Carlos Mestre. La
casa roja. Calambur, 2008.
Imagen: Charles
Gatewood. Mardi Gras. Nueva Orleans,
1973.
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