El emperador quiere huir de sus crímenes
pero la sangre no lo deja solo.
Pesan los muertos en el aire muerto
y él trata (siempre en vano) de ahuyentarlos.
Primero lograrían borrar con pintura la sombra
que arroja el cuerpo del emperador
sobre los muros del palacio.
José Emilio Pacheco. No
me preguntes cómo pasa el tiempo, 1970.
Imagen: Iliá Repin. Iván
el Terrible y su hijo (fragmento), 1885.
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