Amaban demasiado y los domingos
como nosotros y tuvieron sonrisa
desde niños, manos cálidas después
palpando vida incierta, libros
pocos; muchos martillo o cuerda
de cáñamo amarilla o blanca, tosca
para izar casas y ahorcar pequeña
vida, interiores de hogares, antes
de la guerra es posible iluminables
por carburo o candiles de aceite
pertenecieron a selectos Ateneos, otros
a marrones ateneos de barrio, quizá
de gremio -sus ediciones económicas
de Marx, Lombroso, Paracelso, San
Agustín o Bakunin todavía se encuentran
en montones malolientes de encantes
domingueros- y cantaron por Pascua
“Rosó, llum de la meva vida…”
en las esquinas del barrio, las masas
corales no inquietaban a Ortega, filósofo
sólo preocupado por las masas taciturnas
de los amaneceres de días laborables
amaron como nosotros bastante mal
pero con más esfuerzo, hicieron el amor
algunos, otros ya no tuvieron tiempo
podrida la hombría fláccida de su muerte
porque murieron
muchos no lejos de las vías de los trenes
junto a fuentes que constan en las guías
de España, para turistas de domingo
donde las flores seguramente enrojecen
de sangre antigua oculta como ríos
subterráneos que ya nadie distingue.
Manuel Vázquez Montalbán. Una educación sentimental, 1967. En Memoria y deseo. Obra poética (1963-1983). Seix Barral, 1986.
Imagen: Robert Capa. Barcelona, 1936.
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