Salir de la noche, qué túnel,
para salir a dónde.
El túnel del diablo en las ferias de pueblo,
con la gran araña,
el esqueleto de fósforo luciente,
la escoba,
la salida
a la impaciente hilera de los vivos.
Qué túnel de pueblo triste,
de poblachón abandonado
por el dios del lugar,
qué rito sin destino,
qué innominada víctima de nadie.
Salir, al cabo, de la noche.
Qué noche fatigosa con el rey de espadas
presto a la ejecución.
Qué proporción inicua la de nuestra sangre
corriendo sola como un hilo tenue
de sangre en un desagüe
lateral de la vida.
José Ángel Valente. El
inocente. Joaquín Mortiz, México, 1970.
Imagen: Honoré Daumier. Los honores debidos al Panteón.
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