Para donde te muevas los ojos te seguirán
por esa galería que acumula retratos
de quienes construyeron el sufrimiento.
Cada país suele mostrar temeroso
una pinacoteca de sanguinarios ladrones.
El servilismo del pintor no alcanzó a maquillar
rostros en los que el miedo y la ambición
se mezclan al orgullo que rodará por tierra
y a la certeza
de que Saint-Just no se equivocó
y en efecto el arte de gobernar
no ha producido sino monstruos.
José Emilio Pacheco. Los
trabajos del mar, 1984. En Los trabajos
del mar. Poesía IV (1979-1989). Visor, 2014.
Imagen: Velázquez. Detalle del rostro de Inocencio X, 1650.
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