Pobre como nadie, pobre
como ninguno lo ha sido.
Tiene tan limpia la bolsa
como tiene los bolsillos.
No heredó nada de nadie
y sólo le queda un pincho
con el que buscaba puchos
en montones de residuos.
Con ese pincho marchó
al pelotón de los quintos
y ese pincho, fue su arma
contra el arma del fascismo.
Pobre como nadie, pobre,
y más que pobre, pobrísimo,
no le debe nada a nadie
ni nadie le prestó auxilio.
“¡Viva la verdad obrera!”,
dijo al morir. Y los pinos
le dieron sombra al cadáver,
y no se oyó más el trino
del ruiseñor, ni volaron
las palomas hacia el nido,
ni casó con él la virgen,
pero llevaba un cuchillo
entre el cinturón de cuero
y la tela del corpiño…
Félix Paredes. Fragua
Social, nº 449, 30 de enero de 1938. En Romancero
libertario. Ruedo ibérico, 1971.
Imagen: David Seymour. Mujer pintando bombas. España, 1938
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