Gloria. Amén. El incienso. Es demasiado
para mis años y para mis hijos
que no quiero que tengan como yo la boca
siempre cerrada.
Ay
cuando la bola
de acero estalle!
Yo
hube de callar;
aunque traidor sigue siendo traidor,
por muchas ediciones que hagan del Diccionario.
Estoy cansado de genuflexiones.
Y mis hijos sabrán que eso es indigno
de un hombre. (Que ellos se humillen sólo
cuando vayan -si van- a algún gimnasio).
Estoy harto de “Gloria”, “Amén”, “Señor
Director, ¿me permite Ud. Aún
que siga vivo, o me declaro muerto?”.
Boca cerrada. Me llamarán boca
cerrada, cuando deje el mísero
mundo. Sólo diré adiós
a mi familia, y eso aún arrancándome
las telas últimas por el gran esfuerzo.
Pero traidor sigue siendo traidor,
aquí y ahora y después de todo.
Que mis hijos me lean en la rúbrica
trágica de los labios, y verán qué fuerte
grita un cobarde, después que dio el último
suspiro.
Adiós,
mis hijos; y sabed,
que al siervo, vuestro padre, le mataron
cuando mejor hacía la reverencia.
Gaspar Moisés Gómez. Sinfonías
concretas. Diputación Provincial de León, 1970.
Imagen: Luke Hillestad. Prudencia, 2012.
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