Justo al borde,
ahora que hemos llegado
justo al borde
y los hechizos todos
(el nácar de las uñas y el
teléfono
móvil y la casa perdida
en la montaña y el desmayo
violeta de una nube como
espejos
guiñándonos un ojo)
han
sido clausurados,
justo al borde,
sentimos en la cara el
viento cómo
azota, cómo el vértigo
aúlla en nuestro oído,
cómo retuerce el miedo,
mientras
justo al borde,
el pie tantea y se desprende
como un adiós la piedra
en el vacío y nuestra mano,
justo al borde,
busca otra mano, otra
en que ampararse,
justo al borde
y no hay lugar.
Conrado Santamaría. De vivos es nuestro juego. Ruleta Rusa Ediciones, 2015.
Imagen: Giovanni Baglione. La caída de Ícaro.
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