En política se está para
forrarse
Eduardo Zaplana
Lo primero fue aceptar el olvido,
los ingredientes que se habían puesto
y cómo se había repartido el pastel.
Olvidar hasta el extremo que a muchos
la monarquía, el ejército, la policía y la iglesia
les pareció a estrenar.
Después vino la moderación, la tolerancia
y por fin la renuncia.
Los franquistas se disfrazaron de centro democrático
y la izquierda democrática se disfrazó de franquista.
Fue el triunfo del travestismo,
reforzado y legitimado
por los medios de comunicación
todos los días.
Se crearon dos partidos, el original y su copia,
con ellos había de sobra
para montar el circo de la democracia
y seguir echándole piropos a la patronal,
la policía y los bancos.
Si las cosas se ponían feas,
se coaligaban para que todo siguiera igual,
y si las cosas iban bien,
se peleaban por estupideces
que los medios amplificaban
hasta que parecía que era un abismo
lo que se abría entre uno y otro,
pero la burra siempre es la misma,
aunque cambie de color
no cambia el paso.
El panorama no puede ser más aterrador,
gane quien gane, tú pierdes,
van a seguir chutando sobre la misma portería
y la victoria será para su amo, el Capital.
Cada cuatro años nos siguen llevando a votar,
ellos lo llaman la fiesta de la democracia,
al menos para ellos es un día bien alegre,
no sé si porque con los que votan
se aseguran otros cuatro años de vacaciones pagadas
o por la rodaja de salami que, desde hace años,
muchos les metemos en el sobre electoral,
porque ya los habrás oído,
dicen que con sus sueldos no tienen
ni para bocadillos.
Todo sea por ayudar a que no pasen hambre.
Antonio Orihuela. La
guerra tranquila. Origami, 2012.
¡Absolutamente cierto!
ResponderEliminarIncontestable. Salud
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