(Dame la mano,
no te quedes ahí fuera
en medio de la noche.
Dame la mano y traspón el umbral.
Mas tú no entras,
contemplas esa mano
que el niño te propone y ves tu mano,
le miras a los ojos
y una gota de sangre se coagula en la niebla.
No has perdido la culpa ni los modos
inquietos de su sombra
en los rotos del tiempo.
Aunque la propia casa
de tu infancia no exista y la sentencia
yazga entre sus ruinas,
vamos, no tiembles,
dame la mano y traspón el umbral.
La oscuridad de dentro,
¿no está hecha de la misma negrura
que la noche de fuera?
¿Y el silencio no son las mismas voces
que tanto te asustaron?
Sobre todo no tiembles.
Dame la mano y traspón el umbral.
Aunque haya otra esperanza
al fondo del pasillo
y sólo espere el lobo tras la puerta entornada.)
Conrado Santamaría. La noche ardida. Ruleta Rusa
Ediciones, 2017.
Imagen: David Lynch. Inland
Empire, 2006.
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