El camarero lleva hasta ocho platos
a la vez, tensa los músculos
del brazo y lo convierte en escalera
de mesas. Cuando tiene las manos libres
se toca el hombro; alterna
su eficacia circense con un rictus
de dolor. Nos fijamos durante la comida
en él. Como nosotros, cuando seguimos
trabajando más allá de lo posible.
Sí -dices-, pero ya antes
habíamos enloquecido.
Miguel Casado. Tienda de fieltro. DVD, 2004.
Imagen: Dennis Stock. Café
de Flores, París, 1958.
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