La
furia, que no anda sola,
tiene
por caminos todas las calles del mundo.
La
furia está en combustión
como
el oxígeno que arde los pulmones.
Y
tal que fuego,
tiene
ante las barreras
el
reto de rebasarlas.
La
furia, que no camina sola,
que
no es grito de individuo
o
locura de paisano,
que
está atizada de sufrimientos,
no
guarda nudos en las manos
ni
tiemblos en las entrañas.
Si
no anda sola la furia,
aviso,
si
son tantas furias como injurias,
como
repetidas las injusticias
que
nos dan por costumbre,
tantos
los abusos,
los
insultos que por imbéciles
mansos
o parias
creen
que se nos evaporan
sin
dejar huella,
tiene
un desatar de esperanza.
De
hacer huir canallas y lacayos,
de
temblar cimientos,
de
convertir el grito en consigna
con
magnética capacidad de reclamo,
de
sacarnos del pozo,
de
devolvernos dignidad y cordura,
de
desenmascarar,
de
resucitar,
de
unir
y
de lucha.
Millares
de furias juntas...,
por
millones las furias.
Burgos
guardaba un secreto de furias
que
era Gamonal.
Hela
aquí
tal
cual.
Rubén
de la Peña
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