lunes, 28 de diciembre de 2015

Crónica de urgencia



La pesada masa solar de ayer y hoy

amenaza con no mover sus huestes de este lugar

hasta habernos hecho amigos. No será mucho.

Es fácil acostumbrarse a lo irremediable, y

es costumbre la amistad, ¿no?

Mientras, fascistas que son además incompetentes

y, lo que es peor, antipáticos, ésos

a los que ni Dios se acostumbra, siguen cubriendo

con sus culos pensantes cátedras de terciopelo marrón.

Nuestras ciudades demócratas, minadas

por túneles tatuados que velan el sueño

de los inmigrantes hasta el día siguiente

(si el tiempo y la Policía Nacional no lo impiden),

empujan a esas torres de cristal contentas

de haber logrado ellas solas los veinticinco años de paz

que se avecinan. Sus gritos de paz informe

llegan a todas partes; para eso están bien pagados

los honestos profesionales de los medios de comunicación

del mundo libre, que ya es todo el mundo, ¿no?

Tenemos nuevo enemigo y eso asegura el orden rugoso

por un tiempo indefinido. El rojo ha muerto,

viva el narcotraficante. ¡Cómo me duele hoy Colombia!

Ya digo, el sol no se mueve, pero es que nada se mueve.

Todo está bajo control. Sólo viajan

quienes vienen a dormir a nuestros túneles

desde ese mundo tercero, que ahora

sólo es el segundo, ¿no?



Ape Rotoma. 149 PCE. Canalla Ediciones, 2015.

Imagen: Elliott Erwitt. Roma, 1978.

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