Para Ana Ráfales y Jaime
Castillo
Señor Fiscal del Distrito:
No trate de persuadirnos. Detrás de esta puerta los inquilinos nos hicimos
fuertes en la refriega contra la subida de tasas. Sobrevivimos a la ley seca y
las inundaciones del año treinta. Los comunistas nos arreglaron el tejado y
pintaron la cerca. Durante decenios hemos alimentado varias generaciones de
gusanos de seda, abasteciendo con manzanas los supermercados de Newton. Padecimos
la cacería de brujas, salimos huyendo de las congregaciones marianas. A juicio
de los practicantes la guerra con los incrédulos es un asunto de días. ¡Cómo
vamos a ser optimistas! Las lágrimas de los predicadores han entrado en un
callejón sin salida y en el estadio de béisbol los cráneos de los caracoles
secos se lanzan sin paracaídas. Vivimos con el agua al cuello, nos duchan con
gasolina. Hemos cumplido cada crucifixión al pie de la letra, primero una mano,
luego la otra. Nos tratan como a las ocas blancas del domador de caballos,
delincuentes cuyo índice de audiencia está que se desploma. Nadie ha abandonado
este edificio desde la Guerra de Secesión. Algún derecho debe asistirnos a los
sobrevivientes del pararrayos.
Juan Carlos Mestre. La
casa roja. Calambur, 2008.
Imagen: Charles
Gatewood. Hippie Crash Pad. Nueva York,
1970.
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