El hombre imaginario
vive en una mansión imaginaria
rodeada de árboles imaginarios
a la orilla de un río imaginario
De los muros que son imaginarios
penden antiguos cuadros imaginarios
irreparables grietas imaginarias
que representan hechos imaginarios
ocurridos en mundos imaginarios
Todas las tardes imaginarias
sube las escaleras imaginarias
y se asoma al balcón imaginario
a mirar el paisaje imaginario
que consiste en un valle imaginario
circundado de cerros imaginarios
Sombras imaginarias
vienen por el camino imaginario
entonando canciones imaginarias
a la muerte del sol imaginario
Y en las noches de luna imaginaria
sueña con la mujer imaginaria
que le brindó su amor imaginario
vuelve a sentir ese mismo dolor
ese mismo placer imaginario
y vuelve a palpitar
el corazón del hombre imaginario
Nicanor Parra. En Las ínsulas extrañas. Antología de poesía en lengua española (1950-2000). Selección: Eduardo Milán, Andrés Sánchez Robayna, José Ángel Valente y Blanca Varela. Galaxia Gutenberg, 2002.
Imagen: Lincoln Townley. Banker`s Fuel, 2022.
Definitivamente virtual, pero carente del actual sentido perverso del término. Muy bueno.
ResponderEliminarPero la imaginación también puede ser perversa. Salud, Chiloé!
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