lunes, 6 de octubre de 2025

Las frases que el profeta no dijo


 

Hagan la guerra porque de los violentos es el reino de los cielos.

Opriman para vivir cómodamente en rascacielos de piedra.

Invoquen en vano el nombre de Dios para que bendiga sus espadas.

Promuevan la mentira para mantener que son justos de veras.

Den poca cosa cuanto más posean; créditos sí con hipoteca duplicada.

Roben a los pobres; es deber sagrado de los más ricos monopolizar la riqueza.

Alimenten la ilusión de un orden nuevo en la miseria inmóvil.

Impongan con himnos y sables desenvainados la libertad de la impotencia.

Lávense las manos con la frecuencia que requieran los gritos.

Impartan latigazos porque sí y porque son dueños de los látigos.

Enmudezcan a todos, en particular, a los que con justicia se quejan.

Tramen muertes lentas o rápidas según convenga.

Échenle la culpa de sus crímenes públicos al inocente o a su ángel de la guardia.

Gocen de las balas propias, y de las bajas ajenas, mejor cuanto más numerosas.

La paz es otro nombre de la incesante conquista.

No caigan en la debilidad de perdonar y fomentar olvidos.

Odien a los otros, a los que sueñen lo mismo pero en otra lengua.

De ningún modo se preocupen por el alma, que es otro mito

Y lo que ya no les quepa en la tiniebla

Háganlo carne del séptimo arte.

 

Washington, DC, abril 2003

 

Luis Alberto Ambroggio. Laberintos de humo, 205. En El jardín de los vientos. Obra poética (1974-2014). Carlos E. Paldao y Rosa Tezanos-Pinto Editores. Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE), 2014.

Imagen: Gustave Doré. El profeta Amós, 1866.

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