Dieron al fuego virulencia,
calcinaron los bosques y los ríos.
En nombre de la Justicia
injustos testimonios levantaron,
y otros y otros crímenes
que sería prolijo enumerar,
y otro delito cometieron
más refinado y atroz.
Hincaron en el pecho humano
el estandarte del terror.
Que el miedo del abismo fuera
peor que el propio abismo.
Sacerdotes de un culto nuevo
-y cuán antiguo-
el terror preventivo reinventaron
principio y cruz de toda sumisión.
Alfonso Costafreda. Suicidios
y otras muertes. Barral, 1974.
Imagen: Carlos Saura. La
prima Angélica, 1974.
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