La poesía cuando se tiene
ganas de comer y un poco de frío en las rodillas.
Cuando nos encontramos
deprimidos como un pantalón muy arrugado.
La poesía para el
guerrillero ametrallado en el brazo izquierdo y con una bala en la cabeza.
Para girar el trompo de
colores y la espatadantza y la
sardana y el agua del atardecer.
La poesía a mis trece años
con Juan Ramón y un poco de Alberti y luego vino Neruda y César Vallejo, Nazim
Hikmet y siempre fray Luis.
Y en el metro de París con La flor de romances viejos en la mano y
la mirada en esa muchacha del boulevard Saint-Martin.
La poesía como una cinta
alrededor de tu cuello y en la última respiración del ahorcado.
En La Habana y Moscú y
Shanghái pero difícilmente en Praga.
La poesía mi trabajo y mi
mecedora y mi inevitable maldición que me impulsa a vivir y me arrastra a
morir.
La poesía en los siglos
futuros con el pan en medio de la mesa y un avión a Marte todos los miércoles.
Blas de Otero. Hojas de Madrid con La galerna. Galaxia
Gutenberg, 2010.
Imagen: Konstantin Yuon. Nuevo planeta, 1921.
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