Sí, fue un malentendido.
Gritaron:
¡a las urnas!
y él entendió: ¡a las armas! -dijo luego.
Era pundonoroso y mató mucho.
Con pistolas, con rifles, con decretos.
Cuando envainó la espada dijo, dice:
La democracia
es lo perfecto.
El público aplaudió. Sólo callaron,
impasibles, los muertos.
El deseo
popular será cumplido.
A partir
de esta hora soy -silencio-
el Jefe,
si queréis. Los disconformes
que
levanten el dedo.
Inmóvil mayoría de cadáveres
le dio el mando total del cementerio.
Ángel González. Grado
elemental. Ruedo Ibérico, 1962.
Imagen: Antonio Berni. El coronel golpista nº 2, 1964.
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