“No es el infierno, es la calle”.
Federico
García Lorca. “Poeta en Nueva York”
Ha cambiado la moda.
Los nuevos verdugos
Ya no usan las capuchas puntiagudas
Que coronaban su aire de siniestros bufones.
Han cambiado los gestos.
El nuevo Emperador
No levanta o sumerge el pulgar en el aire
Cuando decide
A quién debe cubrir la desmemoria de la arena.
Ahora, entre filetes y jazmines
Mira con paciencia su necrómetro.
Han cambiado los tiempos.
Los esclavistas, los negreros,
Han dado paso a los cronófagos
Que roban el tiempo de los otros.
Les proponen comerciar
Con otoños y mortajas
Mientras saborean fresas
Bañadas con vino de Toscana.
Han cambiado las voces.
Los ecófagos no tienen voz:
Repiten palabras que son sombras
Untadas de niebla y soledad
Mientras clavan la mirada y el cuchillo
En una faena de lascas de cordero,
De hígado de pavo y plateados arenques.
Ha cambiado el color.
De todas estas razas mercenarias
El de los cronópatas es el más bizarro clan:
Engullen el color de las ciudades,
Abren el tragaluz de la herida
En un paisaje calcáreo de rosas desangradas.
Han cambiado las ceremonias.
Bienvenidos a la “fiesta de los taladros”.
Juan Manuel Roca. Biblia
de pobres. Visor, 2009.
Imagen: José Clemente Orozco. El banquete de los ricos, 1923-24.
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