La noche,
su justicia sedienta, su alarido
tenaz y su combate,
tierna escarcha de luz,
me cala hasta los huesos y me enciende
como una antorcha de rocío
en las tinieblas,
fosforescencia en pugna, carne al rojo
de amor a la procura
de un suelo más humano, más
jugoso y veraz, donde,
si alguna vez me extingo, siga
mi ceniza por siempre
brillando, rezumando
en paz y fecundando, callada,
satisfecha su sed,
una materia nueva diamantina.
Conrado Santamaría. La
noche ardida. Ruleta Rusa, 2017.
Imagen: Angela
Bacon-Kidwell. Until the Veil was Torn,
2014.
La noche no comienza con el ocaso, sino en el indeterminado momento que la honda oscuridad presagia el amanecer. Nada es eterno.
ResponderEliminarSalud!
Incluso la noche y el amanecer son construcciones humanas. Salud, Loam.
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