viernes, 16 de marzo de 2018

Lluvia y gracia



Desde el autobús, lleno

de labriegos, de curas y de gallos,

al llegar a Palencia,

veo a ese hombre.

Comienza a llover fuerte, casi arrecia

y no le va a dar tiempo

a refugiarse en la ciudad. Y corre

como quien asesina. Y no comprende

el castigo del agua, su sencilla

servidumbre; tan sólo estar a salvo

es lo que quiere. Por eso no sabe

que le crece como un renuevo fértil

en su respiración acelerada,

que es cebo vivo, amor ya sin remedio,

cantera rica. Y, ante la sorpresa

de tal fecundidad,

se atropella y recela;

siente, muy en lo oscuro, que está limpio

para siempre, pero él no lo resiste;

y mira, y busca, y huye,

y, al llegar a cubierto,

entra mojado y libre, y se cobija,

y respira tranquilo en su ignorancia

al ver cómo su ropa

poco a poco se seca.





Claudio Rodríguez. Alianza y condena, 1965. En Poesía completa (1953-1991). Tusquets, 2004.

Imagen: Mark Henley. Bank on Us, 2012.

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