Él era el campeón del electrodo,
de la parrilla, el submarino…
En el “ambiente” le decían “Satanás”
Duro entre los duros,
nunca atendió a súplicas ni a ruegos,
en los chupaderos, era el más.
Un león violando embarazadas.
El rey de la cuchara.
Nunca le vieron preocupado y menos vomitar.
¡Un buen profesional!
Afuera, tenía mujer y un pibe “morochito”
que les decía papá y mamá.
Aquellos fueron días de gloria.
Todo era zona liberada.
Ni Robocop ni Rambo los soñaron igual,
¡qué lluvia de guita!,
el chalecito, la merca, las Itakas
eso sí era libertad.
“Tendríamos que salir de nuevo”,
se dice “Satanás”,
pero a tantos ahora no podríamos chupar…
-¿Otra vez el escrache?-
-Estas viejas de mierda en aquel tiempo-
-minga me iban a escrachar-.
Y encerrado en su infierno rememora
cuando él, Satanás, era Dios.
Su mujer, zarpada, se baleó en la calle
y para más, el morochito
una tarde de escrache, llorando, le dijo
-me rajo… vos no sos mi papá.
Rafael Amor. En Haciendo, haciendo. Once
maneras de mirar de frente. El Perdigón, 2017.
Imagen: Madres de
la Plaza de Mayo
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