VII
O no se salva, y es lo mismo. Hay soluciones, hay bálsamos
para cada hora y dolor. Hay fuertes bálsamos,
dolores de clase, de sangrienta furia
y plácido rostro. Y hay mínimos
bálsamos, reprimidos dolores innobles,
lesiones que ningún gobierno autoriza,
no obstante duelen,
melancolías insobornables,
ira, reprobación, disgusto
de ese sombrero viejo, de la calle viscosa, del Estado.
Hay el llanto en el teatro,
¿en el escenario?, ¿en el público?, ¿en las butacas?
hay sobre todo el llanto en el teatro,
ya tarde, ya confuso,
él empaña las luces, se sumerge en el linóleo,
va a brotar en los almacenes, en los callejones coloniales donde pasean ratas nocturnas,
va a regar, en el campo maduro, el maíz ondulante,
y secar al sol, en charco amargo.
Y dentro del llanto mi cara burlona,
mi ojo que ríe y desprecia,
mi repugnancia total por vuestro lirismo deteriorado,
que contamina la esencia misma de los diamantes.
VII
Ou não se salva, e é o mesmo. Há soluções, há bálsamos
para cada hora e dor. Há fortes bálsamos,
dores de classe, de sangrenta fúria
e plácido rosto. E há mínimos
bálsamos, recalcadas dores ignóbeis,
lesões que nenhum governo autoriza,
não obstante doem,
melancolias insubornáveis,
ira, reprovação, desgosto
desse chapéu velho, da rua lodosa, do Estado.
Há o pranto no teatro,
no palco? no público? nas poltronas?
há sobretudo o pranto no teatro,
já tarde, já confuso,
ele embacia as luzes, se engolfa no linóleo,
vai minar nos armazéns, nos becos coloniais onde passeiam ratos noturnos,
vai molhar, na roça madura, o milho ondulante,
e secar ao sol, em poça amarga.
E dentro do pranto minha face trocista,
meu olho que ri e despreza,
minha repugnância total por vosso lirismo deteriorado,
que polui a essência mesma dos diamantes.
Carlos Drummond de Andrade. A rosa do Povo, 1945. Traducción: Conrado Santamaría.
Imagen: David Lynch. Mulholland Drive, 2001.
Llevaré un año largo enraizao en este sitio desde que me lo descubriera un moshuelo mu apañao que me se posó en las ramas y me desia yo que era hora ya de agradecer al Conrado (y al moshuelo, si me lee, pues también).
ResponderEliminarGracias sinceras y salud!
Los moshuelos, aunque muy buena gente, son un poco largadores y dimes y diretes, y si no, que se lo pregunten a la pobre Perséfone que se tuvo que quedar a vivir seis meses al año en el infierno por culpa de un moshuelo decidor. Soy yo en este caso el que da las gracias sinceras al moshuelo y a su olivo. Salud y abrazos!!
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