Mientras dormíamos tranquilos
en mitad de la niebla,
y a resguardo, pensábamos, de todo lo imposible,
la pesadilla nuestra
cobró
vida
bajo una luz de liza no olvidada.
Desfilaron entonces las corporales sombras
con sus siglas de oro
por la hacienda del mundo
con voluntad de credo,
y ocuparon mansiones despachos directorios,
magnitudes con vistas
panorámicas al vértigo
de negros diagramas, de ganosos
despliegues a rodillo
sobre los mapas mudos
y cálculos de sangre que aún fluía.
Todavía,
todavía quedaba condominio al alcance,
todavía los sacos andaban casi llenos
y el cuerno de batida resonaba en los bosques.
Virginal la inocencia temblaba entre cartones
y, al fondo,
los vecinos levantaban las manos
camino del destierro.
Y nosotros, nosotros, seguíamos dormidos
en mitad de la noche,
agitando intranquilos los brazos
de la angustia, rebullendo
los ojos por detrás de los párpados, el hilillo
de baba resbalando,
el hilillo de baba
humedeciendo
almohadas bancarrotas ignominias.
Conrado Santamaría. De vivos es nuestro juego. Ruleta Rusa, 2015.
Imagen: Johann
Heinrich Füssli. La hechicera de la noche visita a las brujas
de Laponia.
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