¿Quién camina de espaldas, quién se emboza,
quién se afila los sueños
contra el muro infecundo
de esta tierra arrasada?
No miremos al cielo, cómo arraigan las cruces
allá arriba, cómo granan a golpe
de lágrima y verdugo
los racimos de sangre que sin tregua
nos llueven y enlodan aquí abajo
la voz en nuestras plazas.
No es el azar, hermana, quien maquila y maquila
la mortaja del pobre
con sangre por dos pesos
sudada entre las piernas.
No es el azar quien golpea tu puerta
cualquier día
y te arrastra del pelo hasta la zanja
sin ojos,
donde el polvo te arropa y el humo es tu tristeza.
No es el azar quien empuña las llaves
y calcula casquillos y lobeznos,
el unto de la mugre, la grasa del olvido.
Prosperidad, progreso, el siglo
de las sombras, el vertedero en ruinas
de la razón que hiede.
No es el azar
ni el destino o la noche quien toca la campana
para que la muerte inicie
o acabe su desfile.
No es el azar,
hay nombres en las puertas marcadas
y en las calles abiertas,
hay rostros en lo puro y en lo obsceno,
y hay palabras resueltas que caminan de frente.
Conrado Santamaría. De vivos es nuestro juego. Ruleta
Rusa, 2015.
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