En un
lejano país existió hace muchos años una Oveja Negra.
Fue
fusilada.
Un
siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua
ecuestre que quedó muy bien en el parque.
Así,
en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran
rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones
de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la
escultura.
Augusto
Monterroso. La oveja negra y otras fábulas, 1969. Suma de libros,
2000.
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