Y qué hacen allá abajo?
Parecen que andan todos ocupados,
hirviendo en sus negocios.
Allá abajo, allá abajo
allá lejos,
andan tal vez estrepitosamente
de aquí no se ve mucho,
no les veo las bocas,
no les veo
detalles, sonrisas
o zapatos derrotados.
Pero, por qué no vienen?
Dónde van a meterse?
Aquí estoy, aquí estoy,
soy el campeón mental de ski, de box,
de carrera pesada,
de alas negras,
soy el verdugo,
soy el sacerdote,
soy el más general de las batallas,
no me dejen,
no, por ningún motivo,
no se vayan,
aquí tengo un reloj,
tengo una bala,
tengo un proyecto de guerrilla bancaria,
soy capaz de todo,
soy padre de todos ustedes,
hijos malditos:
qué pasa,
me olvidaron?
Desde aquí arriba los veo:
qué torpes son sin mis pies,
sin mis consejos,
qué mal se mueven en el pavimento,
no saben nada del sol,
no conocen la pólvora,
tienen que aprender a ser niños,
a comer, a invadir,
a subir las montañas,
a organizar los cuadernos,
a matarse las pulgas,
a descifrar el territorio,
a descubrir las islas.
Ha terminado todo.
Se han ido por sus calles a sus guerras,
a sus indiferencias, a sus camas.
Yo me quedé pegado
entre los dientes de la soledad
como un pedazo de carne mascada
como el hueso anterior
de una bestia extinguida.
No hay derecho! Reclamo
mi dirección zonal, mis oficinas,
el rango que alcancé en el regimiento,
en la cancha de los peloteros,
y no me resigno a la sombra.
Tengo sed, apetito de luz,
y sólo trago sombra.
Pablo Neruda. Defectos
escogidos, 1974. En Antología poética.
Alianza, 2015.
Imagen: Aleksandr
Ródchenko, 1932.
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