lunes, 25 de noviembre de 2013

Seguidillas



   Anda la muerte lista

con su guadaña;

aquí corta, allí trincha,

y acá rebaña;

   que es tan ceñuda,

que ni cetros respeta

ni caperuzas.

[…]

   Quéjanse, mas sin causa,

los necios ricos,

porque a ellos les piden

lo que es preciso;

   justo es que paguen,

que los pobres no tienen

qué dar a nadie.

   Llora mucho un Don Lindo

porque trabaja;

¡quién acá lo cogiera

con una azada!;

   ya viera entonces

lo que son los trabajos

de aldea y corte.

[…]

   A buscar delincuentes

sale un ministro,

y los delitos tapa

con sus delitos;

   y es el dinero

el que de juez le hace

malvado reo.

[…]

   Si mi albergue se quema,

se pierde poco;

que con cuatro espadañas

levanto otro;

   ¡ay del palacio

a quien rondan los vientos,

truenos y rayos!

   Un tesoro escondido

descubre el pobre

y al descubierto salen

muchos ladrones;

   ellos lo pescan,

y él encuentra en el oro

mayor miseria.

[…]

   Contristado se mira

un gran ministro,

porque ya son tragedias

sus regocijos;

   padezca y sufra,
 
que no puede ser todo

buena ventura.



Diego de Torres Villarroel. En Poesía española del siglo XVIII. Edición de Rogelio Reyes. Cátedra, 1988.

Imagen: Goya. Caprichos. Tu que no puedes, 1797

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