sábado, 2 de noviembre de 2013

Veinticinco recitales al día en Madrid



–¿A que no sabéis cuántos recitales hubo ayer en Madrid?
–¿Cuántos?
–Veinticinco. Y hoy, sólo para las 19:30, había doce.
JULIO SANTIAGO, poeta, mayo de 2008, en la Biblioteca Central

Cada día
se celebran
en Madrid
veinticinco recitales
de poesía para
nada
para nadie,
cada día se alzan
palabras a miles
en un globo naranja,
veinticinco poetas
tienden
sus poemas
en la ventana
y los versos
sacan los brazos
intentando
aferrarse
a algo,
a alguien,
pero no hay más
que vacío
más que
silencio
y los versos
heridos
van formando
charcos y dibujos
de calavera
que no se borran
hasta el anochecer;
postistas
garcilasistas
surrealistas
sociales
claroscuros
rilkeanos
cernudianos
bukowskianos
herméticos
descatalogados
de la experiencia
o de la inexperiencia
van lanzando su flecha
hacia un blanco
que ya no existe,
que ya
no se entiende,
insisten
con sus silvas
romances
redondillas
villancicos
sextinas
o versos libres
de obediencias
pero nadie
quiere detenerse
a escucharlos
salvo padres
madres
primos
novias
amigos,
salvo locos
por contrato
y mendigos
con reloj.
La ciudad se llena
de pentasílabos
yambos
trocaicos
alejandrinos
estrambotes
metonimias
sinéresis
hipálages
pero es
en vano
porque padecen
falta
de ojos,
padecen falta
de oídos,
los versos
se van acumulando
en las aceras
hasta que
las brigadas nocturnas
de limpieza
los recogen
uno a uno,
y por las prisas
algunos endecasílabos
pierden su acento
en sexta
y muchos sonetos
caen
en los vertederos
con sólo
doce versos
de tristeza.



Batania. neorrabioso. poemas y pintadas. La Baragaña, 2012.
Imagen: René Magritte. Golconda, 1953.

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