[...] Este
es sin duda uno de los aciertos del libro de Conrado Santamaría, haber sabido
entrelazar la rabia, la rima y la canción a unos temas que, en efecto, componen
el preocupante mosaico de los males del mundo con los que día a día se
construye nuestro vivir: la pobreza, el hambre como único horizonte de gran
parte de la humanidad, la prostitución, la injusticia, las hipotecas, los
desalojos, el paro, la desesperación, la cárcel, la guerra, la violencia, las
engañifas políticas, la corrupción, el mal gobierno, la usura, el rampante
fascismo, la xenofobia, las fronteras, el éxodo rural, los accidentes
laborales, las durísimas condiciones laborales en las que se desenvuelven los
jornaleros, las maquiladoras, los ilegales…
Estos son los trasuntos que canta Conrado Santamaría, canciones que
entroncan con el sustrato popular que las anima, no solo por su composición
sino también por la misma reivindicación que de lo popular en estos poemas se
hace, aunque aquí la tragedia, las mentiras y los muchos desengaños que expresan
sus versos, hayan saltado de la dimensión de lo personal a adquirir la solidez
de una conciencia de clase que destripa lo truculento, lo falso y lo deplorable
como lo que son, productos del capitalismo y efectos de los manejos de los
poderosos. Estas canciones son pues alegato y arma del pueblo, denuncia y
aliento, mecanismo de subversión e
instrumento de superación de esta Realidad contra la que la lucha popular debe
dirigirse; contra la que la gente, lo que quede de pueblo, indefinido, insumiso
e inmanejable debe rebelarse, también desde el lenguaje, con el lenguaje hecho
canción que nos armoniza en un decir que
lleva inscrito también unas formas de acción frente al lenguaje vacío del
intelectualismo o el paralizador de los medios de comunicación de masas. [...]
Antonio
Orihuela. "En todo tiempor y lugar, cantar la rebeldía y la solidaridad". Prólogo de Cancionero de escombros con hoguera.
Imagen:
César de la Peña. Ilustración de Cancionero de escombros con hoguera.