miércoles, 1 de julio de 2015

La mentira



Caminan por los campos, arreando sus bestias

cargadas de cadáveres, hacia el atardecer.


Pero no allí,

sino en el centro de la ciudad

están (aunque su reino sea

más odioso en el alma): son

los mercaderes del engaño.

Levantan en la plaza

sus tenderetes y sus palabras, pues son hábiles

en el comercio de la irrealidad.

Proceden del sueño y también

lo engendran a su vez.

Mezclaos entre la multitud y veréis

hasta qué punto sus palabras son vanas,

pues no les pertenece ni un solo corazón.

Si alguien levanta su voz en la asamblea,

tal vez un hombre honrado,

para enarbolar la verdad,

ellos extienden sus manos engañosas

hasta teñir el cielo de un sangriento color.

Porque tienen el viejo poder de la mentira

que desciende en la noche,

cubre los campos,

se mezcla a las semillas,

contamina los frutos de toda corrupción.

Mentira es nuestro pan, el que mordimos

con ira y con dolor.

Bajamos a la caída de los sueños

como una bandada de pájaros sedientos de verdad.

Pero ninguna hora había sonado

que fuese nuestra. Entonces comprendimos

que al igual que la tierra huérfana de cultivo

debíamos dar fruto en soledad.


Pero ahora acercaos: ved

cómo la noche cae. Se oye

un largo toque de silencio y redobla

el hisopo sobre el tambor.

La plaza está desierta (parece descansar

la ciudad en un sueño más hondo que la muerte).

Sólo quedan palabras como globos hinchados,

ebrios de nada. Van

flotando lentamente sobre la carroña del día

y su implacable putrefacción.




José Ángel Valente. Poemas a Lázaro, 1955-60. En El fulgor. Antología poética. Galaxia Gutenberg, 2001.

Imagen: Francesc Català Roca. Sevilla, 1959.

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