martes, 14 de julio de 2015

La palabra viva de Conrado Santamaría



Ya nos avisó Bertolt Brecht de que estos eran malos tiempos para la lírica. No están las cosas para escribir versitos a los ojos de una linda muchacha ni extasiarse con el dulce canto del melodioso ruiseñor. Sí, malos tiempos para la lírica y, más aún, para la épica, porque estos son tiempos en los que el miedo anestesia la conciencia y paraliza la voluntad. Ya no hay cantares de gesta. Y si no hay lírica ni épica, ¿qué queda? Pues queda la poesía. La poesía necesaria. La poesía verdad. La que escribe Conrado Santamaría y reúne en un libro como De vivos es nuestro juego

Hay libros que no sirven para nada y otros son muy útiles. De vivos es nuestro juego lo es, y mucho. Tiene la utilidad impagable de curarnos de la cobardía, porque la poesía, la poesía verdad, nos quita el miedo y nos reintegra el coraje perdido. Y lo hace, en primer lugar, devolviendo el valor a las palabras. El valor de la palabra «valor», por ejemplo. El valor de palabras como «trinchera», «llanto», «memoria», «cicatriz»; de palabras como «beneficio», «rencor», «lobos», «noche». Es con palabras como estas con las que Conrado Santamaría labra versos y cosecha poesías, como el breve pero central poema titulado «Poética» -que bien podría titularse «Ética»:

            No llames y abre 
            la cancela del miedo,
            hasta darte alcance.

Y ya sin temor, curados de la aprensión cobarde con la que nos tienen amaestrados, podremos encontrarnos y reconocernos en las páginas de este libro. Porque la voz de Conrado Santamaría apela a nuestra memoria común, nos recuerda cómo todos hemos participado en los rituales colectivos de la dominación -circo o procesión-  sin sentir vergüenza:

No sé si os acordáis.
Nosotros, encorvados y alegres,
procesionábamos delante de las oficinas del paro vestidos de nazarenos.

Y con este «nosotros», que nos convoca en sus poemas, no solo nos recuerda lo que hemos sido, sino  cuál es, cuál debería ser, nuestra auténtica identidad:

Somos los que no se descubren la cabeza
ni hincan la rodilla al pie de las escalinatas
temblorosas de la mañana.

En esta recuperación del valor, de la memoria, de la verdad, no olvida que frente a nuestro «nosotros» hay un «ellos». Y esta es otra lección de valor, otra prueba de que la palabra de Conrado Santamaría es una palabra valiente. Tiene el valor de identificar al enemigo. De reconocer al enemigo. Declarar su existencia, su presencia. Un enemigo al que, por cobardía o comodidad, nos negamos a ver para no aceptar la lucha, la ineludible implicación en el conflicto. Y a ese, al enemigo,  le señala con versos implacables: «el que porta patenas, balanzas, oriflamas», «el que transforma en oro los sudarios», «amarillos se nutren/de larvas de obediencia»… 

La poesía de Conrado Santamaría nos devuelve  el valor y nos convoca a la lucha. Y nos entrega las armas necesarias, que no son otras que las palabras. Las palabras vivas de este libro imprescindible.

José Antonio Cerdán Méndez. Prólogo al poemario De vivos es nuestro juego. Ruleta Rusa Ediciones, 2015.
 

1 comentario:

  1. "Pues queda la poesía. La poesía necesaria. La poesía verdad."

    La que abre los ojos del durmiente y se los otorga al ciego.

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