viernes, 27 de noviembre de 2015

De la vida en provincias



Si es difícil trepar por la cucaña

a cuerpo descubierto, aún más difícil

resulta de este modo: acompañado

de un perro y de paraguas para el perro,

y de remilgos y renunciamientos.

Pero el esfuerzo humano siempre vence

cuando desde la cuna han preparado

al hijo del converso para el triunfo:

abdicar, doblegarse, sonreír,

darse al mejor postor con voluntad

de servicio, aceptar humildemente

las migajas del gran festín, ¿qué son

sino el más puro ejemplo de hidalguía

española? Ofenderse, rechazar,

protestar, rebelarse ante lo injusto,

¿no son más bien ideas foráneas, algo

orquestado por mentes extranjeras,

ay, para nuestro daño?

                                               Nuestro hombre

lo entiende así, y separa blandamente

la espiga y la cizaña, porque piensa

que está llamado a puestos responsables,

cuando exista vacante, cualquier día.

Por ello se prepara ardientemente,

viste ya trajes preministeriales,

y escucha, ausculta el variar del viento,

no  en las altas esferas de Fray Luis

sino en las más prosaicas de un gobierno

de gángsteres mediocres. Mientras tanto,

se esfuerza, toma aliento y, poco a poco,

trepa por la cucaña provinciana,

eso sí, acompañado de su perro,

y su paraguas, y su pañuelito,

su flor en el ojal, su tontería.



Carlos Sahagún. Estar contigo. Provincia, 1979.

Imagen: Gregory Forstner. Perro de lluvia o el hombre del paraguas 2, 2010.

No hay comentarios:

Publicar un comentario