Así está bien… sin sangre…
Ya no hay sangre en el mundo.
Todo está seco ya…
Y nada tiene color… la sangre fue roja.
Todo se ha secado… la sangre también.
No quedan más que signos…,
jeroglíficos…,
el enigmático lenguaje de los muertos.
Se habla desde muy lejos –desde la noche remachada
nadie conoce a
nadie.
Ni mitos… ni símbolos… ni sueños.
Signos… signos sólo… signos todo.
Ya no quedan más que signos…
Signos…
y nadie, nadie
que se atreva a descifrarlos.
Que se quede todo en la sombra, en la noche remachada,
como un guiño borroso,
como la mueca última
como el último parpadeo.
España es sólo un signo,
un signo oscuro, perdido
en el lienzo,
en la piedra,
en el aire,
en el viento…
¿Cómo se escribía España?... Nadie se acuerda.
¿Cómo se escribirá mañana
en el lenguaje de los muertos?
Aquí hubo un pueblo…
¿Dónde?
¿Cuándo?
¿Cómo se llamaba?
León Felipe. Rocinante,
1969. En Poesías completas. Visor,
2010.
Las vidriosas fauces del cálculo bursátil han deforestado el alma humana... Lo demás es consecuencia de ello.
ResponderEliminarPues hay que replantar, no queda otra. Salud
Eliminar