Me asomo a un mundo numerado y veo
la secta envilecida de los hijos
de quienes ya eran hijos del oprobio.
Solapan sus linajes con cosméticos,
pero aun así no pueden
encubrir esa abyecta condición de gregarios
que sustenta su fe.
Se
llaman
como sus gentes se llamaron,
nombres trucados de homicidas, nombres
hereditarios de secuaces
de soldadesca y de clerecías.
Son
los mismos
que siguen solazándose
con soflamas de los patriotas
y empuñan de continuo estandartes y cruces
con que emular a sus mayores,
mientras avanza por las avenidas
un cortejo triunfal de bienpensantes.
Líbrate, compañero,
de esas iglesias y esos mentecatos.
José Manuel Caballero Bonald. Manual de infractores. Seix Barral, 2005.
Imagen: José Jiménez Aranda. Salida del Señor de Pasión por la Puerta de los Palos de la Catedral,
1897.
Hay una España donde nunca se pone el sol, porque el sol nunca salió. Es la del "viva la muerte" y la ignorancia. Es la del desdentado penitente cargando sobre sus maltrechas espaldas condecoradas muñecas colmadas de joyas y arropadas por caros mantos.
ResponderEliminarCantaba Manuel Gerena:
Menos Virgen del Rocío
y más panes y más mantas
pa' los del hambre y el frío.
Y ahora toda esa caspa la venden como si fuera purpurina de la postmodernidad. Salud!
ResponderEliminarCierto. Espectáculo post(izo).
EliminarSalud!