Cada trayecto que emprendía
era el principio de un
desgarro.
Calmaba su sed en cuencos
vacíos.
Enmascaraba con nombres
todos los miedos.
De este modo acunó la
enfermedad,
así cuajó la vida en crueles
formas.
Labramos siempre tierras prometidas.
Nos dejamos morir en los brazos del mañana.
(Aquí se trata de mí.
Aquí se trata de ti y de mí.
Aquí se trata de ti y de ti
y de ti y de mí).
José María Gómez Valero. En Voces del Extremo: poesía y capitalismo.
Fundación Juan Ramón Jiménez, 2008.
Imagen: Mircea Suciu. death proof technique, 2008.
"Desde el principio se distingue el papel (fecundo o funesto, no importa) que desempeña en el origen de los acontecimientos, no la felicidad, sino la 'idea' de felicidad, idea que explica por qué, ya que la edad de hierro es coextensiva de la historia, cada época se dedica a divagar sobre la edad de oro. Si se pusiera fin a tales divagaciones, sobrevendría un estancamiento total. Sólo actuamos bajo la fascinación de lo imposible." Emil Cioran, 'Historia y utopía'
ResponderEliminarSalud!
Sobre la necesidad de la utopía, siempre funesta y siempre fecunda. Funesta, porque denuncia nuestra infelicidad, fecunda porque niega la resignación. Salud!
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