No era baldía aquella tierra.
Bastaba con mirarla, sostenidamente
durante tres o cuatro lunas
y reventaban en los tallos
las metáforas.
Apenas con poner
un gramo de roja tierra en la palma de la mano
acontecían cerezas.
Hablar en mapudungu,
murmurar apenas la lengua de la tierra
era hacer vibrar en el aire
la canción de la tierra.
Poesía hermética para el académico.
Poesía elemental para el habitante de la ruka:
como respirar de cara al puelche
o sacar peces del estero.
Clemente Riedemann. Karra Maw’n. Alborada, 1984.
Imagen: Bernardo Oyarzún. Mawün (del mapuzungun: lluvia), 2020.

Buah, qué pasada. Muchas gracias por compartir.
ResponderEliminarY así todo el libro, Jorge. Gracias a ti. Salud!
Eliminar¡Virtuoso!
ResponderEliminarChiloé
Virtuoso en las dos acepciones de la palabra. Chiloé. Salud!
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