No digas que no.
Sí puedes cambiar el mundo.
Sólo precisas
un brazo,
una
mano,
piedras.
Éstas son mis piedras.
Llevo el pelo largo.
Me salto los semáforos en verde.
Me enfrento en duelos de miradas
siempre que la autoridad competente me desafía.
En el autobús, le cedo el asiento a los niños:
los mayores ya tuvieron su oportunidad
y no supieron, o no quisieron, aprovecharla.
No uso gafas de sol:
no me avergüenzo de mis lágrimas
y cuando hablo con alguien
le hablo a los ojos.
No miro a nadie por encima del hombro
y eso que mido 1 metro con 85 centímetros.
No hablo de lo que no sé.
No hablo.
Escribo.
Escribo poemas.
Éstas son mis piedras, parte de ellas.
Piensa en las tuyas,
y recuerda:
brazo,
mano,
piedras,
pero,
sobre todo,
el gesto.
David González. La carretera roja. Celya, 2002.
Imagen: Denis
Villeneuve. Incendies, 2010.
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