Los carabineros detuvieron a mis amigos,
les ataron las manos a los raíles,
me obligaron como se obliga a un extranjero
a subir a un tren y abandonar la ciudad.
Mis amigos enfermaron en el silencio,
tuvieron visiones en las cercanías de lo sagrado.
No la herida del inocente,
no la cuerda del cazador de reptiles,
en mi pensamiento la crueldad tiene nombre.
Me llamaron judío,
perro judío,
comunista judío hijo de perro.
Este no es un asunto que se pueda solucionar con tres
palabras,
porque para cada uno de nosotros
esas palabras tampoco significan los mismo.
Yo he tenido un perro,
he hablado con él,
le he dado comida.
Para alguien que ha tenido un perro
la palabra perro es fiel como la palabra amigo,
hermosa como la palabra estrella,
necesaria como la palabra martillo.
Juan Carlos Mestre. La casa roja. Calambur, 2008
Imagen: Goya. Perro enterrado en la arena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario