La rosa no;
la rosa sólo
para ser entregada.
La rosa que se aísla
en una mano, no;
la rosa
connatural al aire
que es de todos.
La rosa no,
ni la palabra sola.
La rosa que se da
de mano en mano,
que es necesario dar,
la rosa necesaria.
La compartida así,
la convivida,
la que no debe ser
salvada de la muerte,
la que debe morir
para ser nuestra,
para ser cierta.
Plaza,
estancia, casa
del hombre,
palabra natural,
habitada y usada
como el aire del mundo.
José Ángel Valente. A modo
de esperanza. Punto cero. Seix Barral, 1980.
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