Los pollos tontos cansan (y los lanzas de una patada
contra la gatera)
Y te dan ganas de aplastarlos
Y te asquea –cuando los ves desplumados- su piel tumefacta
Eso te pasa también con el sufrimiento de los hombres
Que te cansas de contemplarlo
Y los terminas odiando (despreciando: es
la palabra) por su debilidad
y por su dócil
Estupidez (pero lo que de verdad odias es su exasperante
simpleza)
Y de amarlos (eso decías)
De amar su futuro extraordinario
(y
dichoso) pasas a despreciarlos (esa es
la palabra:
pero lo que de verdad dejas de apreciar es lo que de ellos
hay en
ti) Y te dan ganas de lanzarlos a patadas
Contra todas las gateras del mundo
Y te asquea el cuero tumefacto de sus desnudeces (cuando
los ves
desplumados
–tantas veces- como pollos estúpidos:
a los
que odias)
Pero un día los quisiste (y hablabas del porvenir)
Es la línea del desprecio: la ofuscación
Es tan delgada (y los espejismos
y la
espera traicionada)
Matías Escalera Cordero. Grito y realidad. Baile del Sol, 2008
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