martes, 20 de mayo de 2014

Canto de vientre



Se me olvidaba el don de la palabra.

Para lo que tenemos que decir –“adiós”,

“amén”-, qué más da estarse hinchado como un sapo

de renuncias. Al fin y al postre, nada

merece ya la pena si vivimos

a cuatro pasos de la cárcel.

                                                  Toda

la libertad anda tan vigilada,

tan cerradita en cánones de miedo,

que mejor así, con los labios sellados

como de vivomuerto que oye lejanamente el vago

rumor de la agonía, mas que no se decide

a tumbarse, por último.

                                               “Una cicatriz”.

“Lleva, buen hombre, como una cicatriz

en la boca”. Y yo la hago

más profunda, callándome.

                                                  Vedla y tomar ejemplo

confuso de lo que le puede

quedar a un hombre que con su verdad

quiso hacer verdades que valgan.

                                                             Cerrado, solo,

vive un poeta entre muros eternos:

su propio miedo y el de oscuras leyes.


Cerrado, canto con el vientre. Sólo

con el vientre. Adiós. Dejadlo. Adiós.

Y paz. Adiós. No nos cansemos.




Gaspar Moisés Gómez. Sinfonías concretas. Diputación Provincial de León, 1970.

Imagen: Rafael Sanz Lobato. Miranda del Castañar, 1971

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