A ver si tengo suerte
y me hacen un ERE
para que puedan despedirme por nada
y así me lleguen a contratar
por cuatrocientos euros las ocho horas.
Que ya lo dicen los grandes banqueros y protohombres,
que el dinero no da la felicidad
y lo importante es tener trabajo.
A ver
si, con un poco de suerte,
privatizan hasta el aire
para que mis hijos sepan
lo que es pasar hambre,
¡que ya está bien de tanto capricho!
A ver si
hay suerte, añado,
y viene un nuevo espadón
para que me entierren en una cuneta,
que se está poniendo muy caro eso
de las flores y las lápidas,
y con eso no hace falta que a uno lo incineren.
A ver si
España va bien
y cuadran las cifras de la macroeconomía
y nuestros embajadores ante los bancos
entran en los rankings de los más poderosos;
aun a fuerza de leyes execrables,
de medidas vomitivas,
de la matemática del horror
y de riquezas repugnantes,
para que podamos elegir democráticamente
entre matarnos de felicidad ajena,
o morirnos del propio asco.
Rubén de la Peña. En ¿Por qué gritamos? Ángel Barredo, Mario
de la Peña, Rubén de la Peña, Marcos Erro y Rufino Hernández. Ediciones El
Perdigón, 2014.
No hay comentarios:
Publicar un comentario