viernes, 2 de mayo de 2014

Poesía, Sociedad Anónima



Como yo no soy yo, represento a cualquiera

y le presto mi voz a quien aún no la tenga;

o repito otras voces que siento como mías

aunque, hasta sin querer, siempre de otra manera.


Parezco personal, mas digo lo sabido

por otros hace siglos. O quizás, ayer mismo.

Ojalá me repitan sin recordar quien fui

como ahora yo repito a un anónimo amigo. 


¡Oh futuro perfecto! No hay otra permanencia

que la de ser un eco corregido por otros

que no sabrán mi nombre, ni —espero— mi aventura.

Tampoco yo sé bien quién habla en mi conciencia.


Si algún día un muchacho nos plagia sin saberlo

y en él, lo ya sabido, vuelve a ser un invento,

estaremos en él, invisibles, reales,

como otros, ahora en mí, son corazón de un ave.


Es eso, y no los versos guardados en los libros,

lo que, venciendo el tiempo, sin forma durará

en la obra colectiva y anónima, aún en ciernes,

transformando y creando conciencia impersonal.


Gabriel Celaya. Operaciones poéticas, 1971. En Itinerario personal. Cátedra, 1976.

Imagen: André Kertész. Nueva York, 1974.

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